miércoles, 17 de noviembre de 2010

Alfabetismo en Guatemala

Compré un terreno en Guatemala. Firmé los papeles del abogado y los pasé a la familia de la que estaba comprando el pequeño pedazo de tierra con una vista increíble del lago y con volcanes atrás. Había una madre, un padre, dos tíos, unos primos, y una multitud de niños. El terreno era de la madre y antes, de su bisabuelo. Ella tenía el papel del abogado en la mano, y me miró brevemente. Con su mirada me di cuenta que todavía tenía el bolígrafo. “Disculpe,” dije y le pasé el bolígrafo. Después de unos segundos incómodos, el abogado le ofreció una almohadilla de tinta. Ella estampilló su pulgar en la tinta, y después en el papel. Me di cuenta de que ella no podía escribir ni su propio nombre. De repente, noté todas las palabras escritas sobre las paredes, el escritorio, las señales por la calle. Imaginé el mundo derritiendo en formas crudas, básicas, sin la construcción simbólica, arbitraria de la lengua escrita.

No pude y no puedo y nunca podré imaginar mi vida sin la capacidad de escribir, leer, de expresarme con la sangre de la tinta y la carne del papel. Pero en Guatemala, casi la mitad de la población, y aun más de la población indígena, vive toda la vida sin escribir ni leer.

En el primer censo en Guatemala en 1950 la inmensa mayoría de gente padecía de analfabetismo- el 80% de las mujeres y el 65% de los hombres. En el próximo censo en 1973, se distinguió entre las poblaciones analfabetas rurales y urbanas . Los resultados mostraron que mientras un 69% de las poblaciones rurales no podían ni leer ni escribir, solo un 28% de los que vivían en ciudades padecían del mismo problema. Después, en el año 1981 se hizo un nuevo censo que calculó la diferencia en la tasa de analfabetismo entre mujeres y hombres, e indígenas y no indígenas. Los resultados indicaron que entre las mujeres, el 74% de indígenas y solo el 31% de los no indígenas padecen de analfabetismo. En cambio, del 36% del hombres analfabetos en total, más que dos tercios son indígenas (García).

Con estas cifras se ve claramente dos polémicas. La primera es que las mujeres- sean indígenas, no indígenas, rurales y ciudadanas- están más aquejadas del analfabetismo que los hombres. La segunda polémica que se ve es que la tasa del analfabetismo es mucho más alta entre poblaciones indígenas. Guatemala es el país con más gente indígena (relativa a su población) en toda Latinoamérica. Y, según estadísticas del UNESCO en 2000, Guatemala era el único país en el hemisferio Oeste que padecía de una tasa de analfabetismo de más del 50%.

El fenómeno de tener una población de mujeres menos alfabetas que los hombres aflige muchos países. En general, tiene que ver con la cultura misógina, la costumbre que requiere que las mujeres tengan muchos hijos, y la injusticia del sistema educativo. En Guatemala, la situación es más compleja porque la desigualdad que se ve en los niveles de alfabetización afecta no solo las mujeres sino toda la población indígena.

Según la Agencia de los Refugiados, una organización de las Naciones Unidas, el 75% de la población indígena de Guatemala vive en lugares rurales. Para ganar dinero hay que empezar a trabajar a una edad muy joven, y no hay leyes que prohíben que los niños pequeños carguen mercadería o materiales para construcción. Este trabajo además de atrofiar la altura también sustituye el incentivo de educarse con el incentivo más inmediato de ganar dinero. Y en Guatemala el gobierno solo requiere que su población asista unos seis años a la escuela pública. A veces, especialmente en lugares rurales y poblados por indígenas, estas escuelas tienen estudiantes desde seis años hasta quince en la misma aula. Esto presenta un problema porque a esta edad cada persona aprende a un nivel diferente. Con todos los estudiantes en la misma aula, a la mayoría de los estudiantes les falta atención individual que requieren para tener éxito en sus estudios (Abellán). Pero eso es solo la superficie del problema.

El problema que más inhibe que la población indígena adquiera un nivel muy básico de alfabetismo queda en una discrepancia histórica. Antes de que llegaran los europeos en el siglo quince, la gente Maya usaba jeroglíficos para comunicarse por escrito. Antes de esto, la gente Maya existía en la región con su propia religión, propias costumbres, y lo que es aún más pertinente a este argumento, su propio idioma. Originalmente se escribía esta lengua en forma jeroglífica. Ahora la lengua que solía ser uno está evolucionada entre 23 lenguas distintas que se hablan por los altiplanos del Guatemala, y que se escribe con el alfabeto latín. Los sonidos son muy diferentes de los de un idioma latín y cuando llegaron los europeos, sin considerar las diferencias entre las dos lenguas, se pusieron a convertir el idioma Maya en el alfabeto latín. Creo que, con consideración a la hipótesis “Sapir-Whorf” y otros estudios de la lingüística relativa y cognitiva, la subyugación de una lengua nativa, antigua e indígena a un idioma extranjero y con un alfabeto no adecuado para los sonidos que tiene el primero contribuye más que se ha considerado a la alta tasa de analfabetismo entre las poblaciones indígenas.

Aunque existen estos retos mencionados, la lucha contra el analfabetismo crece cada día. Por ejemplo, Guatemala acaba de conmemorar un gran logro contra el analfabetismo con el Día de Alfabetización que se celebró en Zacapa el 8 de septiembre. Existe un trío de pueblos que celebraron este año la eliminación del analfabetismo en sus respectivas regiones. Estas regiones son San Cristóbal Acasaguastlán, que declaró la ausencia de analfabetismo el 18 de enero, San José del Golfo el 26 de junio, y finalmente Sololá cuya fecha, el 8 de septiembre, marca el día nacional. Sololá, además de ser la región más recientemente libre del analfabetismo, también es la región con la población más concentrada de gente indígena entre estas tres regiones (Fumero).

Hay muchos esfuerzos locales e internacionales dedicados a promocionar el alfabetismo. Uno de estos queda aquí en Boulder, Colorado y se llama “Reading Village.” Pero aunque hay varios esfuerzos internacionales, la solución más eficaz necesita salir del gobierno guatemalteco mismo.

Como siempre, la excusa de no fijarse en este problema y cambiarlo de una vez es insuficiente. Aunque esta excusa es muy válida, hay que pensar en el problema desde otro ángulo, sin necesitar mucho dinero para movilizar un cambio en el alfabetismo. La cura del analfabetismo tendría que ser muy creativa, dirigida tanto a los niños como a los adultos. Hoy, con tanto enfoque en la televisión y el internet, hay una oportunidad de popularizar programas, métodos y maneras de aprender de escribir y leer. También, en los seis años en que la gente tiene que asistir a la escuela, los maestros deben enfocarse no tanto en las prácticas banales de formar letras (aunque esto sí es necesario), sino en los beneficios y la retórica de leer y escribir. Deben pasar el mensaje a cada niño y a cada adulto: que la práctica de leer y escribir permite que los seres humanos puedan comunicarse con sus contemporáneos, sus antecesores, y sus predecesores. Si todos creen firmemente en el poder de leer, y el poder de escribir, y en el poder de sí mismo, todos pueden vencer al analfabetismo. Sé que estas creencias no son fáciles de adquirir, pero lo más pronto que sean realizados, lo más pronto que venga la solución.

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